Fuente: ineaf.es

El Deterioro de los activos en situaciones de estabilidad no es algo que deba preocupar a las empresas, pues su coste se considera asumido entre los propios de la actividad. Sin embargo, en épocas de inflación como la que estamos viviendo estos meses, el deterioro de los activos se verá aumentado y puede poner en peligro, no solo la imagen fiel de la empresa, sino incluso también su viabilidad económica.

La imagen fiel como autenticidad de los datos reflejados en los estados contables es el primero de los requisitos que se exige a la contabilidad. Si partimos de la idea de que la información suministrada por las cuentas anuales se basa en criterios de estabilidad, es lógico pensar que, cuando lleguen épocas de inflación, debamos ser prudentes con la información que tenemos delante.

Los efectos de la inflación en los activos de la empresa ha empezado a preocupar a muchos analistas, pues afecta a cada una de sus partidas.

Efecto de la inflación en el disponible

Entendemos por disponible la tesorería con la que cuentan las empresas serán las partidas que antes sufren el efecto de la inflación. Al igual que ocurre en la economía doméstica, que al llegar la inflación notamos la bajada de nuestra liquidez, lo mismo le ocurre a las empresas, pero también puede ocurrir lo contrario. La inflación va a suponer que tanto los pagos como los cobros alcancen cifras superiores lo esperado.

Esto se traduce en que puede haber momentos en los que tengamos escasez de liquidez y otros un exceso de tesorería. En ambos casos, la inflación puede distorsionar la información que tengamos de nuestro disponible y la debemos tener en cuenta a la hora de analizarlo.

Deterioro de los activos de almacén

Las existencias que tiene la empresa en el almacén suelen tener un periodo de renovación más o menos rápido. Esto hace que la diferencia que pueda haber entre el precio pagado por unas mercaderías en su momento y el valor actual en el almacén no tenga por qué ser muy diferente aun habiendo inflación moderada y temporal. Si la inflación se mantiene puede influir en la valoración de las existencias finales, mayoritariamente si utilizamos el método FIFO.

Con este método, admitido tanto contable como fiscalmente, cuando una empresa realiza una venta se entiende que se venden en el mismo orden en la que entraron en el almacén. Es decir, si tenemos varias compras de un mismo producto y a precios diferentes, cuando lo vendamos se supone que lo vamos haciendo conforme entraron. Esto trae dos consecuencias si tenemos inflación:

  1. Las existencias que quedan en el almacén son las últimas que hemos adquirido. En época de inflación, las últimas adquiridas serán las más caras y, por tanto, la valoración del almacén estará a precios elevados.
  2. El beneficio, en términos monetarios, será mayor para la empresa, pues considera que hemos vendido las primeras mercaderías que entraron y estas tenían un precio más bajo.

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