Fuente: eleconomista

  • El PIB y otros datos macro del segundo trimestre evidencian debilidad
  • La demanda interna sigue frágil mientras la demanda exterior cae más
  • Pekín tiene que decidir entre darle gas a la economía o controlar la deuda

La economía china no consigue reemprender el vuelo una vez levantado el pesado telón de la pandemia. El fin en diciembre de los estrictos confinamientos en el marco de las políticas ‘covid cero’ cuando Occidente ya daba por superado el virus no está suponiendo el enérgico arranque que se esperaba. El crecimiento no gana tracción, fantasmas como el agujereado inmobiliario chino y la ingente deuda local están siempre presentes, la demanda exterior sigue cayendo tras la agresiva senda de los bancos centrales de todo el mundo y Pekín no acaba de mandar una señal contundente de estímulo para reflotar la situación. Los datos del segundo trimestre dejan un primer telegrama preocupante: la debilidad es patente y puede ir a más. El siguiente puede ser aún peor: viene la deflación.

El alud de datos conocidos este lunes permite observar en su totalidad la fotografía. El crecimiento general del PIB se aceleró del 4,5% interanual en el primer trimestre al 6,3% en el terminado en junio, mucho más débil de lo previsto (la mediana del consenso de analistas de Bloomberg era del 7%). Además, la aceleración refleja en gran medida la debilidad de la base de comparación: Shanghai y otras grandes ciudades fueron objeto de severos cierres en el segundo trimestre del año pasado. El dato intertrimestral arroja más luz: el crecimiento descendió del 2,2% en el primer trimestre al 0,8% en el segundo. La lectura es desalentadora: la economía empezó el trimestre con mucha capacidad disponible y terminó con aún más.

El desglose del PIB muestra, como era de esperar, que la industria, la construcción y los servicios obtuvieron mejores resultados en el segundo trimestre que en el primero en términos interanuales. Pero, una vez más, esto refleja una base de comparación mucho más débil. En términos intertrimestrales desestacionalizados, el crecimiento de estas medidas se ralentizó.

Los datos mensuales publicados junto con las cifras del PIB también se han visto distorsionados por el efecto base. Esto se refleja perfectamente en la producción industrial. Es cierto que el crecimiento interanual se aceleró del 3,5% al 4,4%, pero, tras tener en cuenta los efectos de base, los cálculos de los economistas sugieren que el crecimiento de la producción se redujo en términos intermensuales. Esto es coherente con un crecimiento relativamente moderado de la demanda de bienes. El crecimiento interanual de la actividad de servicios se suavizó del 11,7% al 6,8% en junio, mientras que el crecimiento de las ventas minoristas se debilitó del 12,7% al 3,1%, si bien los expertos sugieren que las ventas se mantuvieron prácticamente sin cambios en el mes.

Los datos de empleo conocidos tampoco dejan buen sabor de boca. Aunque la tasa de desempleo urbano sigue siendo baja en comparación con gran parte de los últimos años, siguió subiendo en junio y sigue apuntando a un nuevo debilitamiento del mercado laboral. Especialmente preocupante es el aumento de la tasa de desempleo juvenil, que alcanzó un máximo histórico del 19,7%, una vez tenida en cuenta la estacionalidad.

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